jueves, 3 de diciembre de 2015

El Yelmo Verde & Otros Poemas - William Butler Yeats

Willy.
Yeats es un poeta (dicen) muy importante para el siglo XX. Y digo dicen porque en verdad no sé nada de historia de la poesía universal; solo sé de poemarios que me gustan y de los pocos poetas que he leído. Bueno, el caso es que Yeats escribe muy, muy bien. Me gusta la forma tan natural en que discurren sus versos y, en el caso de este poemario, sus rimas. Viniendo de mi es bastante decir que soporte una rima, más aún que me agraden, las rimas suelen erizarme los pelos de la repulsión. Aquí fue todo lo contrario, salvo en algunos poemas, donde sí se me hicieron insoportables.

La flaquita en cuestión.
Es importante mencinar que Yeats, muy joven, se enamoró de Maud Gonne, una chica revolucionaria que abrazaba con todo su espíritu la causa independentista irlandesa. Se dice el amor por Maud llevo a nuestro gilazo autor hacia la causa independentista. Maud lo rechazó mil veces y se terminó casando con otro tipo, lo cual lo hirió de forma nauseabunda. Luego Maud se divorció y, al parecer, tuvieron un choque y fuga. Lamentablemente para Yeats, el amor no prosperó y ahí no más quedó. Lo interesante de este relato morboso de la intimidad de Yeats es que nos brinda unas pocas luces sobre sus poemas más íntimos, como A Women Homer Sung, o Down by the Salley Gardens (ambos mis favoritos del poemario). Suelen ser citados como cumbres del poemario The Second Coming, Words, y Reconciliation.
¡Buena serie en formato bilingüe!
Por último, hago hincapié en la necesidad de leer todo, en la medida de lo posible, en idioma original. Yo solo sé español e inglés, lo cual es poco en realidad, mas afortunadamente ambas lenguas tienen tradiciones poéticas importantísimas, a las que solo se comparan las tradiciones del francés y el chino, creo. En el caso de la poesía, leer en idioma original es vital, tan importante que les recomendaría evitar cualquier lectura poética que no se encuentre, al menos, en un formato bilingüe (entendiendo que se traduce hacia nuestro idioma natal). Personalmente, me gustan mucho las ediciones bilingües porque me gusta ver la batalla que planta el traductor a los idiomas, como toma lo que puede de ambos, como lo trasvasa y como sufre ante la imposibilidad. Me parece que observar este combate es muy instructivo y revelador. El traductor de The Green Helmet realiza este trabajo con mucho amor y esmero, y sufre hondamente ante la cantidad de significados que se escurren entre sus palabras. Sí, Yeats hace uso de una cantidad inmensa de símbolos, juegos de palabras, y rimas, todos intraducibles. Por esto, recomiendo no leer El Yelmo Verde & Otros Poemas, sino The Green Helmet & Other Poems, con lo que obtendrán una grata sorpresa.

A Woman Homer Sung
If any man drew near
When I was young,
I thought, "He holds her dear",
And shook with hate and fear.
But oh, 'twas wrong
If he could pass her by
With an indifferent eye. 
Whereon I wrote and wrought,
And now, being gray,
I dream that I have brought
To such a pitch my thought
That coming time can say,
"He shadowed in a glass
What thing her body was". 
For she had fiery blood
When I was young,
And trod so sweetly proud
As 'twere upon a cloud,
A woman Homer sung
That life and letters now seem
But an heroic dream.

Down by the Salley Gardens
Down by the salley gardens my love and I did meet;
She passed the salley gardens with little snow-white feet.
She bid me take love easy, as the leaves grow on the tree;
But I, being young and foolish, with her would not agree. 
In a field by the river my love and I did stand,
And on my leaning shoulder she laid her snow-white hand.
She bid me take life easy, as the grass grows on the weirs;
But I was young and foolish, and now am full of tears.

martes, 1 de diciembre de 2015

El viejo y la mar - Ernest Hemingway

Un loquillo.
Ernest Hemingway era un loco. Escribía increíblemente bien. Todo esto ya se ha dicho: manejaba una ambulancia en la gran guerra, vivió en París como corresponsal de un diario gringo, se hizo broder con la gentita gringa de París (Stein, Joyce, Pound, Fitzgerald), estuvo metiendo las narices en la guerra civil española y la segunda guerra mundial; le vacilaba la pesca, los toros, y la caza. También dicen que era un patán. Me gustó mucho Fiesta (a la cual espero dedicarle algún otro post). Aún no he leído "Adiós a las armas" ni "Por quién doblan las campanas". Creo que en casa tengo un libro con todos los cuentos en inglés de Hemingway. Aún ni lo he tocado.

¡Léanlo en idioma original!
Varios amigos me dijeron que leyeron "El viejo y la mar" (erróneamente traducido como "El viejo y el mar", tal vez para evocar la repetición del "the" del título en inglés "The Old Man and the Sea") en el colegio. Es, después de todo, una lectura bastante sencilla. Pero, al igual que en Fiesta y en varios de sus cuentos, la parte más importante de la narración es aquella que no está en el texto. Los silencios, el cambio abrupto de la atención. La empatía que generan los personajes cuando pasan por pequeñas situaciones que nosotros también hemos vivido. Ahí detiene Hemingway la descripción, dejando un vacío muy bien contorneado en medio de la narrativa. No importa tanto si se inspiró en los pescadores del norte del Perú, o si ambientó la historia en Cuba, lugar con el que estaba familiarizado; no importan las edades de Santiago y Manolín, no importa el tamaño del merlín, tampoco los pensamientos y recuerdos del viejo. Lo que importa son los silencios de Hemingway, los puntos en los que redirige nuestra atención. Permite que eroguemos lenta y viscosamente, un sentido íntimo por alguno de los orificios de esa vasija vacía que nos deja en medio de la mesa. Que le dejemos tomar aire por el rato que queramos y brindemos luego. Tras beberlo ya pasamos a otra cosa.

viernes, 27 de marzo de 2015

Se inicia un camino sin saberlo - Diego Alonso Sánchez.

Diego Alonso Sánchez. Ídolo.
Diego Alonso Sánchez (1981) es un poeta limeño que estudió en San Marcos y ahí formó parte del grupo Sociedad Elefante (grupo dedicado a la creación literaria; primera vez que escucho de ellos :s). A los diecinueve años se convirtió en padre de Mitsuya Nicolás, fuente inagotable, origen y destino de sus poesías. Publicó en el 2002 una plaqueta titulada 'Mitsuya Nicolás y otros poemas' (publicado por Sociedad Elefante); en el 2009 el poemario titulado 'Por el pequeño sendero interior de Matsuo Bashô' (publicado por Lustra Editores). Aún no he logrado conseguir ninguno de los dos, de modo que, si alguno de ustedes los encuentra por algún sitio, ¡me avisa!

¡El poemario!
'Se inicia un camino sin saberlo' es el poemario ganador del Premio José Watanabe Varas del 2013, premio que alterna cada año de categoría entre poesía y cuento, de la Asociación Peruano Japonesa (APJ). El fondo editorial de la APJ realizó un excelente trabajo en la edición del libro, cuidando mucho detalles como la nitidez de las imágenes presentadas, la vivacidad de los colores, la textura del papel, etc. Las acuarelas a cargo de Nobue Kondo (no conocía nada de la artista) son sumamente apropiadas.

Reflexión heideggeriana del día. Leer después de un café.
El poemario es, a mi juicio, desaforadamente genial. Sencillez e intimidad. Dulce afluente de naturalezas orientales. Me da la sensación que es intención del poemario responder la pregunta personal fundamental: ¿cómo fui?. Esta pregunta nos anticipa a lo seguro (nuestra propia muerte) e instantáneamente nos remite al pasado, a nuestro origen, a la forma en que hemos sido, hasta llegar al presente, donde nos empuja hacia el qué del hacer y ahí definimos nuestro ¿cómo fui? restante, por decirlo de alguna manera. Así es como se abre el tiempo: a partir de la anticipación nace el futuro y, a través de este, experimentamos el pasado y el ahora. Una posibilidad de este duro auto examen es la tercerización respecto de uno mismo, la observancia de nuestro pasado y nuestro futuro a través de la mirada del deseo del ahora. La respuesta al ¿cómo fui? que presenta Diego Alonso Sánchez es la de haber sido maestro y guía hacia la adultez de Mitsuya, atesorando la genuina y tierna ilusión de ser un maestro tal que eleve a su discípulo por encima de si, superándole. Una ilusión adicional, de padre, que se refleja en el epígrafe (¡al cual siempre hay que volver tras finalizar un libro!) es la de la visita (no la vuelta) a casa.

Libélulas (verano). Acuarela de Nobue Kondo.
Hasta donde me da el escaso conocimiento que tengo, toma prestadas dos formas poéticas: el sho-waka (diálogo poético) y el haibun (prosa acompañada de un haiku o alguna otra forma relativamente corta de poesía). La forma del sho-waka es tomada para la forma en que se desarrolla el poemario con la finalidad de exhibir en toda su hermosura la relación de cariño y respeto entre discípulo y maestro (aunque no es estrictamente sho-waka, a diferencia de Hachisu no Tsuyu, pues no hay dos personas en auténtica correspondencia). La forma del haibun, por otra parte, es generalmente usada para narrar sucesos que le ocurren a uno mismo, en diarios de viaje (como en Oku no Hosomichi), en autobiografías. Lo peculiar de este 'Se inicia un camino sin saberlo' es que su haibun está narrado en tercera persona, aunque creo haber aproximado la razón de la elección del haibun y la tercera persona en la forma de la respuesta al ¿cómo fui?.

'Se inicia un camino sin saberlo'.
¡No dejen de leer este increíble poemario por ningún motivo! A modo de teaser, compartiré los primeros dos poemas (ambos son de mis favoritos, ¡pero mi absoluto favorito se encuentra aún más adelante!):

1
Es el primer día del año. El maestro, inmerso en su jardín durante las primeras horas de la mañana, toma un descanso; decide escribir un mensaje a su joven discípulo:
Amanece bajo el sol del Año Nuevo
y la serpiente que mora
en nuestro interior
abre los ojos para disipar la bruma.
Se inicia un camino sin saberlo.

2
Han transcurrido pocos días desde el Año Nuevo. Por las mañanas es una risa fresca, unos pasos ligeros, un silbido el que palpita sobre la grama y los arbustos, sobre todas las estancias de la casa. Una de aquellas tardes, el aprendiz se anima a responder al mensaje de su maestro; con mano firme traza estas palabras:
Cuando el pez está en el océano,
el océano es infinito.
Cuando el ave está en el cielo,
el cielo es infinito.
Cada paso es una empresa arriesgada.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El rocío del loto - Ryôkan y Teishin.

El maestro Ryôkan.

Ryôkan fue, desde muy joven, un monje budista en el Japón de finales del siglo XVIII, famoso por sus composiciones poéticas, a pesar de no haber tenido una educación formal en esta, ni ser su principal ocupación. El rocío del loto ('Hachisu no tsuyu') es un imprescindible diálogo poético entre Teishin, una joven monja, y Ryôkan, ahora un viejo monje. Las composiciones dan cuenta de un amor sublime: lejos de un anciano maestro y una joven discípula; más cerca de una amistad perfecta. Teishin sobrevive al anciano maestro. Con cariño recopila algunos poemas que compartieron y realiza un cálido prólogo al libro que dieron forma. A continuación un fragmento del prólogo de Teishin:

Fue una pena ver sus poemas esparcidos, desaparecidos y olvidados por la gente. Después de una larga búsqueda, visitando muchos lugares, tuve la oportunidad de recopilar los poemas de Ryôkan que estuvieron a mi alcance. Estos fueron los poemas que intercambiamos durante algún tiempo mientras yo le visitaba en su cabaña. Mi intención no sólo fue guardarlos como recuerdo, sino también poder corresponderle con mi gratitud, leyéndolos cada mañana y cada noche, recordando el pasado.
La edición que conseguí.

Un detalle que se pierde en la edición de Hiperión, que fue la que alcancé a conseguir, es que, aunque tiene los poemas en español y en idioma original, el japonés está en romaji (caracteres romanos) y no en kanji (caligrafía china). Este "detalle menor" resulta importantísimo si se tiene en cuenta que Ryôkan fue también famoso por la belleza de su caligrafía, la cual es, en oriente, un arte por sí misma. Salvo por esto, el diálogo poético derrocha candidez, nobleza, amor, sinceridad y altura. Recomiendo encarecidamente su lectura a todos (¡todos!), pero especialmente a todo aquel que sienta un cariño especial por las culturas del oriente. Con el ánimo de invitarlos a su lectura, escogí (arbitrariamente) algunos de los poemas que considero bellísimos (¡pero no todos, para que lo busquen y lo lean!).

El contexto de este poema y su respuesta es la partida de Teishin tras una estancia de una estación junto al maestro:

De vuelta a casa:
Aunque me marcho,
recorreré otra vez el camino
flanqueado de hierba,
senda, senda adelante.
Teishin

Su respuesta:
Regresa pronto
si mi humilde cabaña
no te disgusta;
entre plantas en flor
con rocío, ven, ven.
El Maestro.
¡Regresa pronto!

Teishin demora en su regreso, mas la correspondencia poética continúa. Tras otra estación sin verle, y habiendo recibido tristes poemas propios del invierno, el maestro desespera:

Más que en el mundo
joyas y alhajas todas
y el oro todo,
que con la primavera
lleguen noticias tuyas.
El Maestro.

Teishin ha prometido viajar a verle apenas reverbere por los ríos primavera; pero esta se hace esperar. Ambos hacen de la situación una oportunidad para la reflexión de lo inmenso, lo permanente, lo inevitable:

El viento tibio
derrite en la montaña
la nieve, pero
entre las rocas sigue
estancado el arroyo.
Teishin

Su respuesta:
Si en la montaña
se derrite la nieve,
¿crees que el agua
estancada no va
a seguir su curso?
El Maestro.

martes, 17 de marzo de 2015

Senda hacia la tierra honda - Matsuo Bashô.

El jaiku es una forma de poesía originaria del Japón que tiene como característica principal su brevedad (diecisiete moras en total en el estilo clásico - si no sabes qué es una mora lingüística, ¡busca!). Se caracteriza también por la yuxtaposición de imágenes, usualmente de la naturaleza, y el uso de palabras que hagan referencia a una estación del año (o el solo uso de iconogramas que refieran a una estación). En Japón se suele llamar a Matsuo Bashô, Yosa Buson, Kobayashi Issa, y Masaoka Shiki, los grandes maestros del jaiku.

El gran maestro, Bashô.
Senda hacia la tierra honda ('Oku no hosomichi') es el diario poético de Bashô, inspirado en su peregrinaje hacia el norte del Japón, a través de un camino que, tras la difusión póstuma de la obra, muchas personas han seguido con la intención de vislumbrar un eco de poesía. 'Oku no hosomichi' es usualmente catalogada su mejor obra. En español resaltan dos traducciones: (1) 'Senda de Oku', traducida en conjunto por Octavio Paz (que no sabía japonés) y Hayashiya Eikichi (que sí sabía japonés) en 1978, y (2) 'Senda hacia tierras hondas', traducida en 1993 por Antonio Cabezas, quien fue uno de los máximos especialistas en cultura japonesa y defensor apasionado del 'jaiku' para el español, en oposición a 'haiku'.

Yo conseguí la quinta edición de la segunda traducción, que incluso tiene una justificación de su existencia (dado el trabajo previo del gran Octavio Paz): señala el por qué de su superioridad frente a la versión de Paz, principalmente el conocimiento del japonés por parte del traductor y los nuevos estudios realizados sobre Bashô en el transcurso de quince años, y menciona datos interesantes sobre la lírica Bashô y detalles del viaje. Tras ese prólogo informativo me sentí más confiado.

La traducción de Antonio Cabezas.
Las entradas del diario consisten en pequeñas narraciones que describen bellamente circunstancias puntuales del viaje; por ejemplo, el par de días que pasaron en la casa de un mercader de Edo, el cruce de algún río, el magnífico panorama de Matsushima, o el final de su viaje y la separación del camino que habían compartido con Sora a lo largo de meses. Cada entrada contiene, generalmente, al menos un jaiku. Varios jaikus que encontramos a lo largo del diario son, en mi opinión, cumbres de belleza, creaciones perfectas, como la naturaleza. Con el fin de que se animen a leerlo y con el cuidado de no arruinarles el viaje, únicamente les compartiré la segunda entrada del diario (una de mis favoritas), en la cual Bashô narra su partida:

El séptimo día del último tercio de marzo, pálido por la neblina el cielo de la alborada, la luna en menguante y con luz debilísima, cuando se vislumbra apenas la cumbre del Fuji, empecé a angustiarme pensando en si volvería o no a ver las copas de los cerezos floridos de Ueno y Yanaka.
Todos los íntimos se habían reunido la víspera y nos acompañaron en el barco. Cuando desembarcamos en un lugar llamado Senju, pensé en las tres mil leguas de trayecto que me esperaban y se me llenó el corazón de congoja, derramando lágrimas de despedida antes de lanzarme a confines fantasmales.
Se va la primavera.
Lloran las aves, son lágrimas
los ojos de los peces.
Hice de este poema el comienzo de mi viaje, pero la verdad es que apenas podía dar un paso adelante. Los amigos se alinearon en la ruta y parecían querer despedirnos hasta que nuestras espaldas desaparecieran de su vista.

martes, 10 de marzo de 2015

Cuaderno: Aristóteles. Metafísica - Luis Hernández.

Luis Hernández
Luis Hernández es uno de mis héroes de la poesía. Amo leer sus poemas. Platón, que es muy sensible a la poesía, disfruta cada vez que le recito sus poemas sentados sobre una alfombra amarilla, a la sombra de una tipa que florece en los albores del verano.
Platón disfrutando un poema de Luis Hernández.

Digo todo esto sin haber leído la recopilación extensiva que Yerovi hizo de su obra en la segunda edición de Vox Horrísona (edición ahora inhallable). Lo único que he leído de Luis Hernández son algunos cuadernos recuperados y colgados en la Colección Especial de la PUCP en internet, la breve antología realizada por Mirko Lauer, también titulada Vox Horrísona (que tuvo una edición reciente gracias a PetroPerú; la reseñaré en otro momento), y este cuaderno que encontré un día en la librería Inestable (esa que está al ladito de Pollos Piers) por el módico precio de ocho nuevos soles. La edición es muy mala; sin embargo, se resalta el coraje de editar y publicar un cuaderno de Luis Hernández, que tienen muy poca nula difusión entre el público en general.

La edición en cuestión
El cuaderno comienza con una cita:
Todos los hombres tienen
naturalmente el deseo
de saber.
Aristóteles. Metafísica 
cita también a Percy Shelley (recordemos que Luis Hernández es el maestro de las citas a modo de epígrafe, no sintético, sino iniciador del sentido, como si fuera el umbral a través del cual accedemos a la atmósfera del poema que visitaremos):

I love you! -Listen, o
embodied Ray
of the great Brightness
Percy Shelley

y el primer poema del cuaderno:

... pero sé
del instante
en que ha
de surgir la dicha:
no conozco
de ti sino la sombra
conque besas
al Tiempo
no conozco
de ti sino
la flor alada
porque de tus labios
a tu cuerpo
no conozco
sino el estruendo.

Este poema es el más importante de este cuaderno por la sencilla razón de que (uno se da cuenta de esto cuando leyó el cuaderno completo) desnuda el motivo en torno al cual gira el cuerpo del cuaderno casi en su totalidad: (auto-) referencia y repetición. Este poema reaparece con ligera variación en Tercera Elegía e incluso traducido al inglés en Urania. Después aparece un pequeño poema:

Je me souviens encore
Mandolina:
Yo me recuerdo aún
Cuando el sol
Era en tus ojos
 que también reaparece traducido al inglés en un pasaje de Urania:

Mandolina
Je me souviens encore
When the sun
Was in your eyes
And through
your eyes
to your heart
(fragmento de Urania)

y así, ese pequeño (y brevísimo) cuaderno está plagado de (auto-) referencias, unas más obvias que otras, pero que definitivamente disfrutamos cuando les descubrimos y vibramos con los ecos de su abolengo, como con la referencia (con minúsculas variaciones en la puntuación y la continuidad de la frase) a Ezra Pound, manuscrita en griego:
 Oh bright Apollo!
 τιν' άνδρα   τιν' ήρωα 
 τίνα θεόν
 (Por cierto, en la edición ponen "Oh light Apollo", cosa que asumo errada, aunque con los poetas de la generación del sesenta uno nunca sabe, porque tenían bastantes faltas en la ortografía del inglés).
Un poquito de Urania, para que les pique el bicho

Tenemos varios otros hermosos ejemplos de repetición y referencia en el cuaderno, por ejemplo,  Chanson D'amour, De nouveau l'Alouette, Erato y, por supuesto, Urania (¡googlea!). El cuaderno concluye con Elogio de la Medicina, que es un poema tras el cual es difícil recobrar el aliento (¡búsquenlo!), y Autobiografía al estilo de Pérez Galdós, una cosa muy refrescante y divertida, pues nos pone en contacto directo y sin escalas con nuestros dieciséis años.

Elogio de la Medicina

El cuaderno Aristóteles. Metafísica termina ahí; sin embargo, esta pequeña edición tiene un hermoso tesoro que regala a modo de Otros Escritos. Dos breves poemas (ambos titulados Poema de Navidad), tres breves relatos, entre los que resalto Alexander Scriabin: Concierto en Fa, Op.20 (¡léanlo!) y el que es, para mi, el más bello poema de Luchito Hernández:

Lo mejor que siempre
me sucedió
fue haberte conocido.
Lo único que me sucedió
fue conocerte
lo mejor que me sucedió
yo lo recuerdo
con melancolía
francamente extraordinaria
junto a las casetas
al borde del mar.
This funny book
resembles
many different
places of my life
lo mejor que me
sucedió fue el
conocerte
lo único que me
sucedió.

Hermosura <3
Sé que este pequeño libro es una joya inhallable (razón por la que no pude resistirme a poner este último poema), pero, lo que sea que vean que tiene a Luis Hernández Camarero como autor, ¡cómprenlo! y aún más importante, ¡compártanlo!

Un tipo cool

lunes, 9 de marzo de 2015

El concepto de tiempo - Martin Heidegger.

Un poquito cochino mi libro :(
Desde hace ya bastantes años me declaro admirador de la obra de Heidegger; sin embargo, sigo dejando para más tarde la lectura de su obra fundamental: Ser y Tiempo.

La forma que adopté para acercarme a su obra ha sido hasta cierto punto tangencial a Ser y Tiempo, a través de breves conferencias o cátedras dadas por él mismo, por ejemplo: ¿Qué es la metafísica?, ¿Qué es la filosofía?, Carta sobre el humanismo, Introducción a la metafísica, Parménides, Heráclito, y Hölderlin y la esencia de la poesía.

De estas recuerdo con mucho cariño ¿Qué es la metafísica?, pues hizo que surja en mi el deseo continuo de aproximarme a su filosofía: ¿por qué hay algo y no, mas bien, nada?

Recuerdo con mucho cariño también Hölderlin y la esencia de la poesía, a partir de su lectura, surgió en mi el deseo de abrirme a la poesía, lo cual derivó en una necesidad absoluta e inapelable de nutrir mi vida de ella.

En este sentido, Heidegger es el autor de varias obras que considero parte de mis lecturas más importantes, en el sentido de definir la forma en que vivo mi vida. Hace unas semanas comencé a leer El concepto de tiempo, una conferencia que dicta en medio del periodo de silencio editorial de 12 años que tuvo Heidegger hasta la publicación de Ser y Tiempo. Su lectura me hace presentir la necesidad que tendré de leer Ser y Tiempo en cuanto concluya esta conferencia.

Heidegger comienza analizando la propuesta de entender el tiempo a partir de la eternidad. Primero debemos comprender qué es la eternidad. Si la eternidad es potestad de los Dioses (o Dios), entonces el tiempo es materia teológica, no filosófica. De hecho, muchos teólogos abordan la pregunta por el tiempo; por ejemplo, Agustín de Hipona y Duns Scoto.

¿Por qué partir de la eternidad para entender el tiempo? Cuando pienso y creo entender un poco la razón me doy cuenta que avancé un paso y retrocedí dos. En este momento, la razón que me parece mas plausible es que el ser es eterno; es decir, el ser no es algo que en un momento es y en otro no es (recordando un poco el argumento de Parménides), pues no puede surgir el ser de la nada ni la nada surgir del ser, sino que lo que es, el ser, es perenne, atemporal, sempiterno. Así, tiene mucho sentido preguntarnos de dónde sale esto que es el tiempo, ese espacio en el que está definida nuestra finitud, en el que nos desenvolvemos y crecemos, en el que mutamos y devenimos. Es decir, si inicialmente fue el ser inmutable, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿de dónde surgió el tiempo que todo lo cambia, que todo lo destruye?

Luego Heidegger cita a San Agustín: in te, anime meus, tempora metior (en ti, espíritu mío, mido los tiempos). Agustín, según Heidegger, queda a medio camino de su análisis del tiempo, pero propone una medición diferente del tiempo, pues la mide a partir del alma y las huellas que dejan en ella cosas que pasan y al instante desaparecen.

Esta nueva ruta de aproximación al tiempo, ya no desde la eternidad, sino desde la propia existencia sí es terreno fértil para la filosofía. Nuevas preguntas acechan: ¿qué es el pasado, el futuro, el ahora? ¿yo soy el ahora? ¿el ser-en-el-tiempo (inmerso en la temporalidad) es el mismo ser que el que da ser a las cosas que son? En medio de todo esto, Heidegger da uno de los primeros esbozos de su respuesta: Dasein (ser-ahí, ser-ahora). Es decir, el ser que deviene en el tiempo (nuestro ser, del ser humano, por decirlo de alguna forma) es un tipo especial de ser (hasta donde comprendo), que está indisolublemente contextualizado en un tiempo y un lugar. Principalmente en un tiempo. El Dasein es lo que es ahora. Y Heidegger vino a demostrarlo ¿cómo? Lee el libro!

Primera anotación.


Furby ya se aburrió.

No soy especialista en nada, solo un tipo que, aparentemente, lee más de lo usual. Naturalmente, tengo una opinión acerca de lo que leo (todos somos unos opinólogos) y quería compartirla (¡y discutirla!) con ustedes. No pretendo hacer una crítica especializada de poesía, filosofía, etcétera; únicamente comentar aspectos que me gustaron, que no me gustaron, que me asombraron, que me aburrieron, que me emocionaron o que me fueron indiferentes. Sería muy bonito que alguna de las próximas reseñas les despierte la curiosidad por algún libro en particular.